Saturday, March 6, 2010

Incitación: La hipótesis es un mito burgués

La enunciación de una “hipótesis” en los primeros párrafos y su “comprobación” hacia los últimos es reglamentaria en el paper. Los docentes nos arrinconan: ¿cuál es la hipótesis? Y nosotros a nuestra vez arrinconamos a nuestros compañeros o alumnos: ¿dónde está tu hipótesis?, “no me queda clara tu hipótesis…”, etc. Este cacareo es casi tan monótono como este otro: “eso ya no se puede hacer”, “eso ya está hecho”, largo etcétera.

La hipótesis se pretende garantía de avance en el conocimiento. Pero esta herencia pseudocientificista interesa menos que la función efectiva de la hipótesis en el paper actual.

Porque seamos sinceros: ¿cuántos de los papers que leemos tienen verdaderamente una hipótesis, es decir, una idea rectora en la que resida su verdadero aporte? En 95 de cada 100 papers académicos la hipótesis es ajena: es de Foucault, de Laclau, de Rancière, de quien sea. Lo que hace el paper es trasladar una intuición a otro campo: aprovechar lo que Foucault permite “hacer visible” para relevar algo nuevo en un campo que no ha tocado Foucault (y en el mejor de los casos ningún otro).

Pero entonces lo que interesa en un paper (como siempre: por eso somos investigadores y no filósofos) es lo que releva y vuelve visible en un campo o problema particular, y no las ideas abstractas, casi siempre ajenas, que lo organizan.

¿Qué hace ahí en primer plano la hipótesis? ¿Qué nos está diciendo? La hipótesis no es más que un dispositivo de reconocimiento institucional. En ella el autor dice: yo estoy “up to date”: yo sé qué forma debe tener lo actual. Pero esa facilidad para reconocer lo actualizado en un paper, que permite al medievalista juzgar al especialista en poesía concreta (y viceversa), es lo que vuelve a los papers no sólo obsoletos en cuestión de un lustro, sino mayormente tediosos e incomprensibles para quien no los lea con la lupa del mercado académico.

Guido Herzovich

6 comments:

  1. La hipótesis de que la hipótesis es un mito burgués está razonablemente dentro de la retórica académica y convenientemente demostrada y argumentada, lo que asegura que el autor tiene reservada, en la academia, una silla a la derecha del aparato del partido (MLA). El autor de la hipótesis me recuerda algo que yo no solamente no había olvidado, sino que ni siquiera había pensado: que el título de su incitación depende del aforismo y conocido "bumper sticker" de Glauber Rocha de que "O Povo é o mito da burguesia". Cabe la posibilidad de que el autor de la incitación (GH) esté así forzando a sus comentaristas a un juego dúplice: incitarles a elaborar algún tipo de crítica sobre la propia incitación, y hacerlo desde la perspectiva de una hermenéutica de la frase de Rocha. Resignarse a actuar de esta manera sería hacer como el oso que se encuentra ante una trampa para osos y se dice "dado que se trata de una trampa para osos y yo soy un oso, mi obligación es caer en ella".

    En cambio, esta incitación podría incitar otras posibilidades intelectuales (o casi), como por ejemplo la reducción al absurdo de la propia hipótesis sobre la hipótesis. O la crítica del concepto mismo de hipótesis aplicado al universo de la "investigación en letras".

    Por mi parte, rechazo completamente -con mis disculpas a GH- la posibilidad de que sea la hipótesis la que permite al medievalista juzgar a un especialista en poesía concreta. De hecho, el medievalista no juzga, sino que es otra figura completamente diferente la que lo hace, y esa otra figura responde al nombre de "miembro del comité ejecutivo" o "miembro del senado", o, en su versión columbiana "officer". No es el intelectual (en caso de que el medievalista pueda ser considerado un intelectual, lo que estaría por demostrar), sino el colega, el miembro del partido, el asiento en el politburó, el que firma con tinta roja el acta que dice sí o dice no, y que juzga y sentencia al mismo tiempo, siendo de este modo juez y parte.

    La hipótesis es un disfraz. Y creo que el incitador de esta incitación ha cedido a la trampa de reconocer su disfraz. Ha disfrazado de hipo aquello que es hiper: no se espera que el académico o académica sea una máquina de producción de hipótesis, sino que produzca hipertesis. Producir hipótesis y mantenerse en el perfil ínfimo de la aplicación y repetición de los conceptos de los otros hace que el ser académico quizá no se comporte tanto como el oso que va a la trampa de osos cuanto a las dóciles ovejitas que se dejan llevar por la cañada a pastar, por la cañada a ser protegidas de los lobos, por la cañada a dar leche, por la cañada, finalmente, a ser esquiladas y después al matadero. Si algo falta en la hipótesis, es lo que sobra, y sobra hipo.

    Los "papers" con hipótesis no están obsoletos en cuestión de un lustro, están obsoletos antes de haber sido escritos.

    En tal caso, ¿qué es lo que hace falta? ¿Cómo salir no ya del mito, sino de la fábula de los animales académicos? ¿Cómo enfrentarse a la retórica sobre la que se asienta la academia, en la cual todo el edificio parece erigirse sobre los siete pilares del lenguaje jurídico y, de seguro, científico? Quizá la hipótesis sea un mito burgués, pero, si es así, ¿no es porque la academia misma es un mito burgués, algo sobre lo que se ha depositado una esperanza mesiánica, y cuyo lenguaje se ha expandido como la semilla de una nueva forma de la teología política? ¿Sugiere eso que para poder escribir en realidad es necesario sacudirse (o rasgarse) las vestiduras académicas por completo y pensar con la libertad con la que lo hicieron y hacen algunos de los intelectuales a los que admiramos y cuya filiación académica, en muchas ocasiones, ni siquiera conocemos -¿de dónde era profesor Derrida?¿le rechazaron artículos en revistas académicas? ¿con qué criterios?-?. Etc. ¿Cuáles son las últimas consecuencias de la hipótesis como mito burgués y cómo enfrentarse a ella?

    Como es lógico, no tengo hipótesis alguna.

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  2. Los dos autores podrían redactar un manifiesto que terminara: "...la hipótesis ha muerto", como reciéntemente terminó un grupo de seudo-escritores suramericanos un manifiesto leído en una conferencia en París: "Gutenberg ha muerto". En ambos casos lo único que harían sería el ridículo.

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  3. http://urtak.com/u/1040?f=st|aa&s=disfraz&page=1&question_id=31562

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  4. Sospecho que aquí hay un anónimo/una anónima que no ha entendido gran cosa. Me da la impresión de que ninguna de las dos propuestas indica nada semejante a "la hipótesis ha muerto". Creo que lo que se trata es de cómo sustituir hipótesis más o menos dóciles en las que se aplican cosas previamente conocidas, por tesis fuertes en las que se hace algún tipo de investigación conceptual. Pero naturalmente, "legere et non intelligere, negligere est."

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  5. Y tienes razón. No he entendido gran cosa.

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  6. Creo que Guido no alcanza a nombrar del todo los problemas de que se está quejando en su post.

    Si, como dice él, “la hipótesis no es más que un dispositivo de reconocimiento institucional” que permite al autor decir “yo estoy ‘up to date’: yo sé qué forma debe tener lo actual”, y si, como también dice, la hipótesis de “95 de cada 100 papers académicos” es de alguien que no es el autor, el problema no es sólo la hipótesis, sino el argumento entero. Un paper así es malo no por pensar su objeto de investigación con la idea de otro pensador, por supuesto, sino por usar esa idea de manera no rigurosa, por no pensar los problemas que inevitablemente se presentan al usar una idea para analizar un objeto al cual esa idea no se refería en su contexto original. Por ejemplo, no se puede trasladar una observación de Foucault sobre las cárceles de Francia en el siglo XVIII a la sociedad argentina del siglo XXI sin pensar los problemas del cambio de época, lugar, sujeto, etc.

    Un problema a que apunta Guido, por lo tanto, es la falta de rigor conceptual de los papers académicos de nuestro campo. Si “[p]roducir hipótesis,” como sugiere uno de los comentaristas anónimos al post, es “mantenerse en el perfil ínfimo de la aplicación y repetición de los conceptos de los otros”, no estamos haciendo el trabajo que hay que hacer cuando usamos los conceptos de los otros. Si lo hiciéramos, la hipótesis no sería una mera aplicación, y el paper tendría muchas más posibilidades de tener vigencia por más de un lustro.

    Por otra parte, me parece que la queja de Guido sobre el uso de hipótesis ajenas se refiere no tanto a las ideas de los otros en general, sino al uso de ideas de los pensadores que citó—Foucault, Laclau, Rancière—y de los otros integrantes del canon actual de pensadores “radicales”. No creo que Guido piensa que esas ideas no deben contribuir a nuestras investigaciones, sino que no debemos tener que pensar siempre nuestros objetos a partir de los conceptos maestros de estos pensadores de lo político y lo social. Es decir, me parece que Guido está reclamando el valor de formas de investigación, y de objetos, que no parecen caber en los estudios culturales.

    Dos preguntas que surgen de la intervención de Guido, por tanto, son: ¿Por qué hay una falta tan grande de rigor conceptual en los papers? Y ¿por qué no se puede hacer investigaciones que no se dirigen directamente a los problemas marcados por los estudios culturales?

    Tanto Guido como el comentarista anónimo culpan las hipótesis insípidas de los papers académicos a las normas de la academia norteamericana. Pero ¿a cuáles normas? ¿Es acaso que se valora la cantidad de publicaciones por encima de su calidad? Es demasiado difícil mantener el rigor, la variedad y la osadía de los papers frente a las exigencias actuales de publicar? O ¿Es que nos falta una mejor formación teórica para pensar los problemas conceptuales de nuestros trabajos? De otro lado, ¿Qué se tendría que hacer para legitimar tipos de investigación que no corresponden a los estudios culturales?

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